Un mundo necesitado de humildad

La soberbia (Pasión por ser)



“¿Cuando ya no soy nada, entonces soy hombre?”

Sófocles en Edipo en Colono


Por: Jaime Alberto Báez Peñuela*

Ambición, fama, éxito; “sé tú mismo”, “nada es imposible”, “rompe los límites”… diversas frases y palabras motivacionales pueden definir los objetivos del hombre moderno. Un hombre que “sólo ve lo que quiere ver, lo que hace de soporte a la imagen ideal, al amor apasionado de sí mismo y, consecuentemente, se hunde en la niebla de un delirio en el que lo único visible es la propia figura, la representación del propio deseo.”

En resumen, un hombre soberbio, pero no con la hybris propia del héroe griego que retaba a los dioses, ni del ángel que se rebelaba ante su creador. Es una soberbia opaca y polifacética, representada a la perfección por aquel funcionario público que utiliza su limitado poder para sobrepasar a los otros o por la mujer vanidosa que camina intentando tocar el cielo. “Soy único, soy mejor, soy superior” parecen manifestar algunos con sus actitudes y palabras.

“La soberbia es del alma, pero se manifiesta en la exterioridad, en el orgullo como ostentación del lujo, en la exhibición de ricas e imponentes casas, trajes, joyas y adornos. También en esa postura del cuerpo se revela el soberbio: su conducta es rígida, hinchado de sí mismo y sordo a las voces de los demás, el tono es arrogante e imperioso. Señales todas del desprecio por los demás y por Dios”.

El problema de fondo radica en que este tipo de posturas son respaldadas desde hace un par de siglos por la tecnociencia reinante: dominar las cosas para utilizarlas, dominar a las personas como si fueran cosas. No hay pretensión de decir la verdad acerca de las cosas: se asumen como válidas las probabilidades que mejor se pliegan a aquellos fines que generaban la inquietud y el deseo.”

De “la muerte de Dios”, declarada por Nietzsche, pasamos a la “muerte del hombre”, a su cosificación. La búsqueda insaciable del placer y el poder han desencadenado la utilización del otro, que ya no es visto como un semejante, sino como un medio u obstáculo –dependiendo la situación- para lograr el fin del momento.

El Ser se ve sepultado por el esclavizante Tener. Y se tiene para exhibir, para aparentar, para representar el rol deseado en la obra circense. “Muéstrate” es la invitación, y las nuevas tecnologías facilitan el proceso. “Publica estados, fotos y videos de cada uno de tus movimientos, muestra que eres auténtico, no hay otro como tú”… ¿O sí?, ¿no será que ese intento extremo de individualización desemboca en la imitación?

Estas y otras cuestiones profundas son tratadas magistralmente por Laura Bazzicalupo en La soberbia. Pasión por ser (Antonio Machado, 2015). Un revelador recorrido histórico-filosófico por las diversas interpretaciones de la que ha sido considerada la raíz y la reina de todos los pecados. Una obra actual, de interés general para los tiempos convulsos que vivimos. Al mundo le sobra soberbia y le falta humildad.

“Sólo cuando dejamos atrás la soberbia, aceptamos la existencia del otro (es decir, nuestros límites, nuestro carácter finito), iniciamos la ética y la relación entre los hombres.”




La soberbia (Pasión por ser)




La soberbia
(Pasión por ser) 
Autor: 
Laura Bazzicalupo 
Editorial: 
Machado libros 
Páginas: 
184

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