En Fieras familiares Andrés Cota Hiriart describe los inusuales compañeros con los que compartió techo durante gran parte de su juventud.
Un número importante de personas vive con algún tipo de mascota o animal de compañía. La escogencia del espécimen depende en muchos casos del trabajo de la persona (si labora desde casa, si pasa días por fuera, si vive sola, etc.) y de las dimensiones o el espacio disponible en la vivienda. Lo más común en el hemisferio occidental son los perros, gatos, peces, un hámster, quizá un conejo… Lo que resulte adecuado tendrá un significado diferente para cada uno: una casa con diez gatos podrá ser inaudito para unos, un paraíso para otros. ¿Un cuarto con reptiles?, ¿una boa en la sala?, ¿un cocodrilo en la tina? Mientras los animales no estén en riesgo o mal tenidos, se podría argumentar que cada cual es libre de conformar su familia, así como de adornar su hogar de la forma que quiera. Hasta entrada la veintena, el escritor y zoólogo Andrés Cota Hiriart (Ciudad de México, 1982) tuvo en la casa de su familia un cuarto donde convivían una gran variedad de anfibios y reptiles, desde salamandras hasta una pitón albina, algo poco común para los estándares de una capital latinoamericana.
En Fieras familiares (Libros del Asteroide, 2022), finalista del I Premio de No Ficción Libros del Asteroide, el escritor analiza cómo llegó a desarrollar una afición herpetológica tan intensa, cómo se fue forjando ese comportamiento adictivo de coleccionar bestias: primero un pez beta, después tortuguitas japonesas, luego cangrejos, culebras de agua, salamandras y basiliscos hasta llegar a la boa constrictor de treinta kilos y cuatro metros de largo con la que el mexicano compartió habitación durante más de quince años. Había que sumar a este análisis el hecho de que su madre era alérgica a los perros y los gatos y, al ser Cota Hiriart hijo único, muy consentido, que quería tener sus propias mascotas (más los beneficios de que un niño tenga una mascota y aprenda amar a los animales), su madre no tuvo opción y debió aceptar su afición/adicción.
“Quizás en lo que respecta a nuestros gustos personales no tengamos ese libre albedrío del que tanto alardeamos”, dice el autor.
“En Fieras familiares (Libros del Asteroide, 2022), finalista del I Premio de No Ficción Libros del Asteroide, el escritor analiza cómo llegó a desarrollar una afición herpetológica tan intensa, cómo se fue forjando ese comportamiento adictivo de coleccionar bestias”.
Cota Hiriart cuenta que todo comenzó con los ajolotes: “Su aspecto remite a un ser arcaico y extravagante, propio de un mundo perdido o de una película de ciencia ficción. Perturbador como sueño de infancia. Extraordinario cual invención de Julio Verne. Portentoso, milagroso. Enigma científico. (…) Posee la llave de los secretos de la eterna juventud y el don de la regeneración corporal extrema”. De forma curiosa e inadvertida estas salamandras lo ayudaron a vencer el bullying del que era objeto cuando estaba en la secundaria: “No sé cómo será para el resto, pero mi memoria suele anclarse en las fieras con las que interactué en cada momento especifico de mi vida; y es bien sabido que, aunque las impresiones sobre uno mismo se alteran con el tiempo, los tótems son inamovibles”.
Tiempo después de los ajolotes vino la pitón albina, bautizada como la Güera Rodríguez por su madre. Es un tipo de serpiente gigante muy popular entre los humanos. Todo parecía ir muy bien hasta que un día, cuando menos lo esperaba, la Güera le mordió el brazo cuando fue a cambiar el recipiente del agua luego de haber introducido una rata en el terrario del anfibio y no haber caído en la cuenta de no interponerse en el momento de la cacería. Una anécdota más que curiosa, ya que el mexicano tuvo que salir del cuarto con el cuerpo cilíndrico de la serpiente cubriéndole desde el hombro hasta los dedos mientras lo mordía con saña para pedir ayuda a su madre, que tomaba una ducha en ese momento con su nuevo novio. Después vinieron los escorpiones emperador regalo de una pareja en un día de San Valentín y la forma como refulgen “en una tonalidad verde pistacho fosforescente” al ser puestos bajo luz negra fluorescente, experiencia que lo llevó a descubrir la dimensión ultravioleta de la zoología. La ocasión cuando trajo desde Houston (Texas) a una pareja de boas arcoíris en los bolsillos del pantalón y unas crías de camaleón de cuatro cuernos dentro del chaleco, y el terror que sintió al pasar los controles del aeropuerto esperando que lo detuvieran en cualquier momento por traficar especies. Hasta llegar al cocodrilo de río (el segundo más grande del mundo) que se vio forzado a cuidar (lo que pensaba que solo serían unas semanas) y que terminó viviendo en su casa muchos años y el episodio cuando se escapó y trató de atacar a la empleada doméstica, la cual se salvó de perder una extremidad por los pelos.
El libro también incluye, como intermedio y suerte de bonus track, una Guía práctica para sobrevivir al ataque de una anaconda en la selva, para lectores que disfruten de este tipo de actividades en su tiempo libre o en las vacaciones. Cota Hiriart aclara que dicha guía solo funciona en caso de un ataque furtivo y nocturno, porque si a la serpiente gigante le da por desplomarse sobre una persona desde la copa de un árbol (como al parecer hacen con frecuencia), no hay escape posible. “Cualquier lucha cuerpo a cuerpo tratándose de un ejemplar de proporciones considerables lleva implícita tu derrota”, nos explica. “No obstante, lo más probable es que si te llegas a encontrar en la penosa situación de que una anaconda pretenda engullirte, la operación tenga lugar durante la noche, en cuyo caso sí hay un atisbo de esperanza”. Según el escritor lo que se debe hacer requiere mucha cautela, paciencia y un temple de acero. “El secreto está en emular al monje y no al ninja”, dice. Para los que tengan pensado viajar pronto al Amazonas o algún lugar donde pueda haber anacondas, o solo quieran saciar su curiosidad sobre lo que se debe hacer en semejante escenario, les queda la tarea de leer Fieras familiares con mucha atención.
“Atravesando estas historias fascinantes, aparte del humor y valentía de Cota Hiriart, rezuma una aguda conciencia de la estupidez humana y una crítica más que pertinente al daño que le seguimos infligiendo cada día al ambiente, así como el creciente número de especies que continuamos llevando a la extinción sin ningún remordimiento”.
La segunda mitad del libro narra viajes que el autor debió hacer por diversos motivos a lugares como las islas Galápagos en Ecuador, Borneo, isla Guadalupe en México e Indonesia. En este último conoció al legendario dragón de Komodo y a ese país se refiere como “el verdadero mundo perdido. Temperaturas abrasadoras, acantilados agrestes, volcanes indómitos. Intemperie en su estado más puro. Aquí, en la región más seca del Pacífico Sur, aún perdura la ley de los reptiles gigantes; monarcas absolutos de la cadena alimenticia local. Varanos inmensos, lagartos con garras tajantes, lengua bífida y mordida venenosa. Criaturas arcaicas y feroces, bestias casi mitológicas”.
Atravesando estas historias fascinantes, aparte del humor y valentía de Cota Hiriart, rezuma una aguda conciencia de la estupidez humana y una crítica más que pertinente al daño que le seguimos infligiendo cada día al ambiente, así como el creciente número de especies que continuamos llevando a la extinción sin ningún remordimiento.
“¿Qué va a pasar cuando nos quedemos sin el resto de los animales? Cuando ya no merodeen ni siquiera en las escasas reservas a las que los hemos relegado y ya solo perduren a través de leyendas o gracias a sustitutos artificiales como en algún pasaje distópico de Philip K. Dick. No lo sé, pero algo me dice que sería mejor no averiguarlo”.
En esta obra hay alusiones a David Foster Wallace y al discurso de bienvenida que dio a los estudiantes de la Universidad de Kenyon en 2005 y que fue recogido en Esto es agua (Literatura Random House, 2009), a Darwin y su teoría evolutiva, así como a Douglas Adams y referentes naturalistas como Gerald Durrell y Redmond O’Hanlon. Fieras familiares es distribuido en Colombia por Siglo del Hombre y se encuentra disponible en las principales librerías.