Pablo Concha*
naturaleza seguía propagándose en la oscuridad de Andrea
Mejía (Tusquets, 2018) es un libro corto difícil de catalogar. No aparenta ser
un libro de cuentos tradicional y tampoco es una novela; más bien pareciera
–todo depende de la interpretación del lector– encajar en el poco frecuentado y
aún no categorizado campo de la novela–de–relatos, aunque esto tampoco es
definitivo. Cada cual es libre de darle la etiqueta que más le parezca. Los
diez cuentos pueden leerse de manera individual y comprenderse sin ningún
problema, de eso no cabe duda. La ambigüedad y la prosa meticulosa y detallista
pueden saborearse también; sin embargo, lo que significa el conjunto, la
impresión general del viaje, no podría ser igual sin haber digerido el libro
entero en la forma que se presenta.
protagonista de todos los relatos, a excepción de “La quema”, y posiblemente “Entierro”),
empieza siendo una niña curiosa, amante de los libros y los animales, testigo
de violencia familiar y disfuncionalidad, que se convierte en una mujer independiente,
se separa del padre de su hija, y a pesar de que ama y se preocupa por
su primogénita, la joven decide vivir con su
padre. Andrea tiene varias relaciones mientras desempeña su trabajo como
docente universitaria, algunas más significativas y sanas que otras, hasta
alcanzar algo quizás cercano a la plenitud. Es una evolución lograda luego de
superar la desazón, la soledad y errores que solo podemos intuir. En los
primeros relatos la conocemos siendo una niña, siempre en compañía de sus
hermanas o sus padres, a veces haciéndose cargo de situaciones
difíciles, otras disfrutando la infancia. En los siguientes cuentos ya es una
mujer adulta. En “Cactus”, se acaba de separar de Juan y su hija Amalia es una
niña. En “Un pájaro negro muy bello”, Amalia es una adolescente y viven solas. Al
final del relato, Amalia decide irse a vivir con su padre porque Andrea no
vuelve a casa una noche (no sabemos a dónde va o qué hace, el motivo por el que
no regresa). En “Casi cero”, Andrea –o la narradora, ya que existe la
posibilidad de que se trate de otra mujer–, amanece en un motel con un amante. El trato entre ellos es frío y distante, como si no estuvieran
compartiendo un momento íntimo. Se menciona
una soga que ambos han llevado a la habitación pero que dejan sin usar en el
suelo. ¿Cuál es su utilidad? Esto no se explica, pero se menciona varias veces
como elemento un tanto misterioso y queda en la imaginación del lector
descifrar su finalidad.
Ana, adolescente también, que se ha ido de casa molesta y ofendida porque su
madre leyó su diario y destruyó la última hoja. El relato, curiosamente, corre
por cuenta de una profesora universitaria (y quizás escritora). En “Ballenas”,
se describe el viaje que hace una pareja a la isla Gorgona luego de una fuerte
discusión y de que el hombre, Daniel, agrede a la narradora (podría ser la
Andrea del principio, o la mamá de Ana del cuento anterior). En el relato se
muestra el contraste entre la incomodidad de la pareja por lo que ha pasado, y
el descubrimiento de la belleza del paisaje en el que se encuentran, además del
conocimiento de que la relación va a terminar porque no tiene futuro. El
objetivo del viaje es ver las ballenas y ese hecho los mantiene unidos de
momento y le quita de cierta forma hierro a la falta de pasión y amor en la
relación; es el único detalle feliz en ese tiempo que nos muestra el cuento. Es,
tal vez, una forma de mostrar o darle importancia a algo más grande que uno
mismo, algo majestuoso que deja de manifiesto lo ínfimo de nuestros problemas o
tristezas. En “Júpiter”, el último relato, una pareja llega a una finca a
descansar por un par de días. De nuevo, la narradora sin nombre podría ser
Andrea (es una profesora universitaria y escritora. Su pareja, a su vez,
disfruta la lectura y podría ser también un escritor. ¿Quizás la misma pareja
de “Entierro”?). Son felices, se llevan bien y se complementan, se notan a
gusto con ellos mismos, hay familiaridad en lo que hacen; tal vez aquí se
retrata la madurez que se adquiere mediante la experiencia. Júpiter es un perro
viejo que está en la finca y al que Luis pierde en un paseo por el pueblo. Esa
pérdida (quizá menor) es una señal o ejemplo de los sacrificios que deben
hacerse para continuar viviendo. No sacrificar o matar un can en el sentido
literal, sino dejar su pérdida atrás y continuar el camino, dejar que la
naturaleza siga propagándose, así lo haga en la oscuridad, cuando no podemos
apreciar esa evolución.
autora tiene un relato nuevo, “Retorno”, en la antología Cuerpos:veinte formas de habitar el mundo, publicada a
principios de este año por la editorial Seix Barral y que anteriormente reseñamos
aquí en Libros & Letras.
“Retorno” es uno de los puntos altos de una antología donde no faltan las
narraciones interesantes y bien logradas, que toman el cuerpo como elemento de
partida para indagar sobre la experiencia femenina dentro de la vida moderna.
es una escritora cuidadosa, pulida en la prosa y en las historias que retrata, narrando
todo en su justa medida; lo que no dice o no muestra, el lector fácilmente
puede llegar a imaginarlo pues quizás se ha visto así mismo en una situación
similar, o logra captarlo emocionalmente.
seguía propagándose en la oscuridad es un libro
mucho más grande por dentro que por fuera, como en alguna ocasión lo dijo un
escritor muy importante refiriéndose a un libro de poca extensión, pero
trascendental en todos los demás sentidos. Sin duda, este servidor estará
esperando la próxima obra de esta autora con ansias y seguirá atentamente su futura
producción literaria.
libro de cuentos de terror Otra Luz (2017) y
colaborador literario en Libros & Letras.