Reseña del libro “El detective y la ciudad” de Carlos Pardo

El espacio urbano en las novelas de
detectives de Paco Ignacio Taibo II y Leonardo Padura Fuentes.


Por: Juan Camilo Rincón*
La novela negra sigue posicionándose en la
literatura  latinoamericana como
referente narrativo de nuestras realidades. Con cada vez más fuerza, sus
protagonistas van encontrando asidero en el imaginario colectivo de los
lectores, para instalarse allí definitivamente.
Personajes como Magdalena
Yaracuy del venezolano Juan CarlosMéndez Guédez y el comisionado Lascano, “El perro”, del argentino Ernesto Mallo, entre un largo listado, se
suman
a los ya conocidos detectives Dolores Morales del nicaragüense Sergio Ramírez, “El  zurdo” Mendieta y Héctor Belascoarán Shayne de
los mexicanos Élmer Mendoza y Paco Ignacio Taibo II, y Mario Conde
del cubano Leonardo Padura.
Al estudio de los dos últimos dedica el Ph.D. en Estudios
Hispánicos Carlos Pardo su libro  
El detective y la ciudad. El espacio urbano en las
novelas de detectives de Paco Ignacio Taibo II y Leonardo Padura Fuentes
, pues ha identificado en ellos algunos elementos nuevos respecto
a la novela de detectives hispanoamericana tradicional: el desarrollo de
personajes complejos, con inquietudes y desasosiegos existenciales, y el rol
que se concede a la ciudad (“escenario literario” y “entidad emisora de
estímulos”), articulada al personaje central y, de alguna manera creada y recreada
desde otra perspectiva, a partir de las representaciones afectivas, sociales y
profesionales de este.
En el primer capítulo, Pardo hace un recorrido por la narrativa de detectives desde sus
orígenes hasta llegar al neopoliciaco hispanoamericano, señalando sus
transformaciones producto de los contextos político, social y cultural que lo
enmarcan. La articulación del género con el proyecto de la modernidad, el
detective como “exponente urbano de la razón frente al enigma” y la búsqueda de
posibilidades existenciales que permitan al individuo resistir la decepción
respecto a sus realidades inmediatas, son los ejes que van acoplando la gran
estructura de la novela negra hasta su versión más actual, con la ciudad
hispanoamericana como protagonista.
El segundo capítulo se vuelca hacia Ciudad de
México, donde reside Héctor Belascoarán Shayne. Este signa a la urbe con su
presencia y aquella le entrega mensajes que él va desentrañando a lo largo de
cada entrega de la saga. La acción y el juego como recreación de nuevos valores
ante las condiciones del instante, la construcción de un presente sobre la
incertidumbre, y la dualidad pertenencia – individualidad son fundamento
epistemológico de las historias de crimen que se tejen en la capital mexicana.

El capítulo tres nos lleva de la mano de Mario
Conde en La Habana, una ciudad educada en los valores del discurso
revolucionario, que se convierte en testigo del marchitamiento del programa del
“hombre nuevo” y donde la igualdad es el ideal absoluto. Con el deseo siempre presente
de dedicarse a la literatura, Padura recupera a través de su detective privado
el oficio de las letras como ejercicio de memoria que permite la creación de
nuevas realidades, y acto de autorreconocimiento y reencuentro con uno mismo.
El análisis de Carlos Pardo revela la forma en que, sosteniendo el delito como eje
de la narración, y sin renunciar a los elementos medulares del género, Taibo y
Padura nos entregan personajes de cuya fuerza enriquece el quehacer del
detective y configuran a la ciudad como gran estructura existencial cuya
complejidad hace de la novela negra una forma de describir y relatar las
necesidades, miedos y deseos de las grandes capitales latinoamericanas.
Autor: Carlos Pardo
Crítica
Periodista y escritor. Autor de libro como Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia (Libros & Letras), Viaje al corazón de Cortázar. El cronopio, sus amigos y otras pachangas espasmódicas (Libros & Letras).

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